jueves, 13 de febrero de 2020

El día que se perdió la cordura

Esta ha sido una novela que tenía infinitas ganas de leer después de ver tan buenas críticas, pero antes de empezar a leerlo vi varias reseñas que decían todo lo contrario y la verdad es que lo empecé con un poco de miedo. No es una novela lineal, está narrada a tres tiempos cada capítulo pertenece a una fecha y lugar distintos. Hay muchas historias mezcladas, pero que al final todo confluye. Sé que de primeras puede sonar bastante complejo y confuso, pero la historia es fácil de seguir, solo tienes que ir fijándote un poco en las fechas, además un punto a favor es que los capítulos son muy cortitos. En mi opinión, para ser su primera novela creo que es un thriller bastante bien construido. La trama es interesante y ha conseguido engancharme. Para mí en general los sucesos han sido algo predecibles (excepto alguna cosa puntual, pero supongo que mejorará según coja soltura escribiendo o también influye que despues de de leer a otros autores mas consagrados en thrillers este se te queda un poco descafeinado). No voy a decir que es el mejor thriller que he leído hasta la fecha, pero creo que para ser su primera novela no está nada mal, Su función que es entretenerte y mantenerte en suspense lo ha cumplido, lo único que me ha echado un poco para atrás es el final, me ha parecido una sucesión muy rápida de cosas que al final te queda algo un poco confuso y con alguna cosa pendiente de resolver. Lo que no se es si el final es así intencionadamente de cara al segundo libro que sacó o no (no he leído nada de El día que se perdió el amor, por lo que no puedo decir nada mas) Comprar aquí https://amzn.to/2HjVpET

lunes, 2 de septiembre de 2019

Kindle Unlimited, Una pasada

Si das click a cualquier portada/o titulo en esta entrada en mi blog tienes miles de títulos gratis durante 30 dias!! ¿Cómo funciona Amazon Kindle Unlimited? Una vez te hayas suscrito, o hayas comenzado la prueba gratuita de 30 días, podrás acceder al catálogo de Kindle Unlimited. Para ello debes visitar la Tienda Kindle, donde estos libros estarán identificados con un icono propio. Simplemente hay que clicar en el botón donde se indica “Kindle Unlimited 0,0 euros” para empezar a leer. En la página de Kindle Unilimited encontrarás los títulos más populares y recomendaciones personalizadas, podrás seleccionar tu género favorito, desde romance, a ciencia ficción o misterio… O descubrir nuevos autores o libros de otros géneros. Amazon Kindle Unlimited funciona como un sistema de préstamo de libros, esto quiere decir que no puedes quedarte para siempre con los libros que te ofrece, ya que el catálogo va variando, aunque sí puedes acceder a estos títulos las veces que desees. Además, solo puedes tener 10 libros a la vez en tu dispositivo, por lo que, si ya has cargado estos títulos y deseas acceder a uno nuevo, deberás devolver alguno de ellos. Una de sus ventajas es la posibilidad de sincronización entre dispositivos. Así podrás acceder a la página exacta en la que te habías quedado en tu dispositivo Kindle, o en tu tablet o móvil, dependiendo de donde estés en cada momento. Además, no existe plazo de devolución de los libros y, si finalmente no te convence este servicio, siempre podrás cancelar tu suscripción en el momento que quieras. Si lo haces, los libros serán automáticamente retirados de tu colección. Diferencia entre Amazon Kindle Unlimited y Amazon Prime Reading Amazon Prime Reading es un servicio que Amazon ofrece a los clientes con cuenta Prime, y básicamente consiste en dar acceso gratuito e ilimitado a una selección de varios centenares de ebooks Kindle que se actualizan periódicamente, sin pagar más que el precio de la suscripción Prime (36 euros al año o 4,99 euros al mes). Igual que con Kindle Unlimited, con Prime Reading podrás leer sin necesidad de tener un dispositivo Kindle, ya que su app gratuita te permite acceder a los libros en cualquier dispositivo, cuando quieras. La principal diferencia entre ambos servicios es que el catálogo de Prime Reading es muy limitado ya que se trata de un servicio más del programa Amazon Prime, como lo pueden ser Prime Video o Prime Photos, y no incluye contenidos adicionales. Por otro lado, el catálogo de Amazon Kindle Unlimited es muchísimo más amplio, ya que cuenta con más de un millón de títulos entre los que puedes encontrar lecturas muy diversas que puedes llevarte contigo vayas donde vayas. ¿Merece la pena suscribirte a Amazon Kindle Unlimited? Depende del tipo de lector o lectora que seas. Puedes calcular esto en base a los libros que lees al mes y revisar el coste de estos ebooks. Teniendo en cuenta que el precio medio de un libro en versión Kindle suele rondar los 5 euros, si lees más de uno al mes ya te habrá merecido la pena suscribirte a Kindle Unlimited. Recuerda que este servicio te permite dejar de leer un libro y elegir otro en el momento que desees, sin que te suponga ningún coste adicional. Y, si comparamos el precio de la suscripción con el precio de los libros en formato papel, está claro que este quedaría completamente amortizado con acceder a un solo ebook a través de la tienda Kindle. Si te interesa conocer nuevos autores, géneros y títulos, y lees de 3 a 5 libros al mes, Amazon Kindle Unlimited puede ser la opción perfecta para ti. Y si no lo tienes claro, recuerda que tienes un periodo de prueba gratis de 30 días. No te cobrarán nada, y si después no deseas continuar con tu suscripción, puedes cancelar el servicio en cualquier momento. Así tienes la oportunidad de experimentar, de manera gratuita, qué ofrece Amazon Kindle Unlimited y si se adapta a lo que buscas.

sábado, 12 de noviembre de 2016

CONTINUA 4 HASTA 9

Déjenme narrarles cómo llegué hasta este punto.
Hasta cumplir los trece años, mi existencia era normal. Vivía por la comuna del Mittelland, en un barrio tranquilo de Berna, llamado Gäbelbach. Tenía unos padres cariñosos, un hogar cómodo y pacífico, amigos en el barrio y era conocido por casi todos los vecinos.
Mi padre se llamaba Klaus Hüttler, era notario, y mi madre Ada Strauss, maestra de un kindergarten. No eran diferentes de la mayoría de familias burguesas suizas: besos de bienvenida o despedida, abrazos y regalos en los cumpleaños, o después de alguna pueril actuación escolar en el colegio. Estaba acostumbrado a pedir poco, pues mis padres parecían adelantarse a mis deseos.
Solían mimarme, pero en realidad ahora que los evalúo desde otra perspectiva, me parece que eran un poco serviles en su cariño. Recuerdo con afecto especial aquellos paseos de sábado en la tarde por las arcadas de la ciudad vieja, hasta la catedral de Münster, donde, en sus aledaños, se celebraba cada año en el mes de agosto la Feria de la Cebolla, a la que procurábamos no faltar.
Mi padre parecía algo insulso en su trato, a veces incluso algo tonto, pero yo lo quería así, con esa formalidad gastada de funcionario. Mi madre, en cambio, creo que me tenía un amor sincero. Parecía leer en mis ojos cuando estaba triste o preocupado por algún conflicto, incluso cuando le mentía. Sus abrazos fueron siempre un refugio irrefutable ante cualquier sandez o miedo irracional que me afligiese. Nunca me hablaba de mis primeros años, de aquellas emociones maternales que debería revivir sobre los primeros pasos o las primeras palabras, tampoco parecían existir en su memoria aquellas otras anécdotas familiares que siempre llenan esos primeros años de inexperiencia maternal. Solo sonreía y decía: “Siempre fuiste un niño angelical y curioso, como ahora…”. Yo quedaba con aquella respuesta vaga a la que tampoco acompañaba ninguna imagen mía. No me recordaba a mí mismo como un crío pequeño, excepto por algunas pesadillas muy raras que solían aparecer en mi mente. Eran estallidos llenos de resplandor y que parecían ensordecerme, pese a que no oía imaginariamente ningún sonido. Pero en esos sueños esporádicos no veía sino sombras desvaneciéndose, volando o cayendo a abismos oscuros. A veces los trataba de identificar con alguna fiesta nocturna llena de
fuegos de artificio, como esas que realizan en algunos pueblos del sur.
Todo espejo que caía en mis manos, era objeto de mis absurdas preguntas. Parecía armarse una realidad paralela en aquella imagen virtual que, al intentar palparla, solo tenía la frialdad de un vidrio inexistente, poblado solo de imágenes reflejadas y confusas. Hacía morisquetas en ellos, gesticulaba, me movía y creía ver a un símil mío... que estaba ahí, al frente o dentro de mí.
Cuando estaba sin sueño recordaba en mi lecho aquellas imágenes y acababa soñando con ellas, completamente disparatadas. Me sentía solo y no entendía por qué no había tenido hermanos, o hermanas. Al preguntar sobre ello, notaba cierto rubor en mi madre e inquietud en mi padre. Asumía cierta adustez al decir: “Hijo, no nos fue fácil ser padres y, al tenerte a ti, tu madre estuvo muy enferma, quizá por ello no quisimos arriesgar su vida. Discúlpanos. Además no te preocupes, los hijos únicos como nosotros somos más mimados, y además no compartimos con nadie”. Eso era lo que menos me gustaba oír de aquella recurrente y tierna cantaleta. Nada me hubiera gustado más que tener un hermano con quien ser cómplice o adversario.
Nunca les dije nada, pero cierta vez pregunté a Herr Singer, nuestro médico familiar, amigo de infancia de mi padre, que atendió a mi familia siempre. Le pregunté con esa inocencia pícara que tenemos los niños: “¿Estuvo grave mi madre cuando me tuvo?”. Ante aquella pregunta el ingenuo doctor afirmó que mi madre no tuvo nunca nada, aparte de algunos resfriados. “¡Una salud de hierro!”, exclamaba. Yo solo sonreía, alguno mentía. Pero eso no importaba nada, yo tenía muchos amigos entre los chavales del barrio y del colegio e hicimos cuanta travesura se nos ocurrió. Rara vez fui castigado por ello, excepto cuando entramos con Gunther y Ralph en la capilla del colegio por la ventana y robamos unas velas, pero eso es historia de críos.
Consideraba a mi familia con una posición económica holgada, aunque no podría decir que eran ricos. Percibía, sin embargo, algunas contradicciones entre los ingresos económicos de mis padres y el colegio Herberststrasse en Salem, donde estudiaba. Era uno de los colegios más caros y privilegiados de la ciudad, y las familias de mis compañeros de clase se encontraban entre las más pudientes de la sociedad bernesa. Allí la educación era harto rígida y únicamente se hablaba en alemán. Solían organizar actividades extraescolares escenificando obras de teatro medievales de
origen pangermánico. Las exigencias pecuniarias también eran considerables. Yo trataba de explicar esa aparente contradicción entre la educación que recibía y la relativa liberalidad de mi casa, entre la holgada modestia de mis padres y lo dispendioso de los gastos escolares. Ante cualquier observación mía al respecto, me explicaban que eso no era problema, que cualquier gasto que pareciera ser una carga extra, la hacían por mi bien. Además, siempre aparecía la explicación habitual a muchas preguntas: la herencia de mi abuelo vienés.
1.(Must-have) Please add the following parameters in your links before you do PPC Bidding: &utm_ad=aff-ad-{targetid}-{keyword}-{matchtype} Era uno de los pocos alumnos que se desplazaba hasta el colegio en los viejos tranvías urbanos de Bernmobil, y ello no me causaba ningún problema, excepto por algunas eventuales ironías de mis compañeros que se trasportaban en lujosos automóviles.
La primera impresión que quebró mi esquema doméstico cotidiano fue poco después de cumplir trece años. Fue un día en que retorné a mi casa más temprano que de costumbre. Al entrar a mi casa, la puerta estaba semiabierta e ingresé despreocupado. Mi padre estaba en el pasillo del fondo ocupado en una acalorada conversación telefónica y, por el tono de su voz, hablaba con algún empleado o funcionario…
–Esto no puede ser, señor, ¿usted cree que nosotros tenemos una fábrica de dinero? Ya son dos meses que se ha retrasado el depósito de su banco. La escuela del muchacho nos cuesta muy cara, y últimamente nos exigen pagos extras para uso del gimnasio y las visitas que realizan. Entienda, yo soy solo un simple notario con un salario humilde y… –alguien contestaba del otro lado de la línea con frases tranquilizadoras.
–Está bien, está bien, pero que no pase de dos días, recuerde nuestro compromiso –colgó el teléfono y al verme parado cerca de él, cambió su expresión y trató de disimular su enojo, dándome explicaciones innecesarias sobre un supuesto cliente suyo que lo atosigaba con un trámite pendiente.
Le saludé como de costumbre y, al llegar a mi habitación, empecé a divagar sobre lo que había oído o creído oír. ¿Por qué mi padre hablaba de mí como de “el muchacho”? ¿Quién y por qué le pagaba por mis estudios? ¿Qué compromiso existía entre un empleado de un banco y mi padre? ¿Tenían algo que ver aquellos sobres que recibíamos sin falta los primeros días de cada mes? Conforme las preguntas me inundaban, sentí un vago desasosiego. Traté de realizar mis tareas escolares habituales y olvidarme de esta
inquietante situación que empezó

jueves, 28 de abril de 2016

PAGINAS 3,4, 5

Solían mimarme, pero en realidad ahora que los evalúo desde otra perspectiva, me parece que eran un poco serviles en su cariño. Recuerdo con afecto especial aquellos paseos de sábado en la tarde por las arcadas de la ciudad vieja, hasta la catedral de Münster, la Feria de la Cebolla, que no nos la perdíamos ningún agosto.   

Mi padre parecía algo soso en su trato, a veces incluso algo tonto, pero yo lo quería así, con esa formalidad gastada de funcionario. Mi madre, en cambio, creo que me tenía un amor sincero. Parecía leer en mis ojos cuando estaba triste o con algún conflicto, incluso cuando le mentía. Sus abrazos fueron siempre un refugio irrefutable ante cualquier sandez o miedo irracional mío. Nunca me hablaba de mis primeros años, de aquellas emociones maternales que tienes sobre los primeros pasos o las primeras palabras, u otras anécdotas familiares que siempre llenan esos primeros años de inexperiencia maternal. Solo sonreía y decía: “siempre fuiste un niño angelical y curioso, como ahora…”  Yo quedaba con aquella respuesta vaga a la que tampoco acompañaba ninguna imagen mía. No me recordaba a mi mismo como un crío pequeño, excepto por algunas pesadillas muy raras que solían aparecer en mi mente. Eran estallidos llenos de resplandor y que parecían ensordecerme, pese a que no oía imaginariamente ningún sonido. Pero en esos sueños esporádicos no veía sino sombras desvaneciéndose, volando o cayendo a abismos oscuros. A veces los trataba de identificar con alguna fiesta nocturna llena de fuegos de artificio, como esas que realizan en algunos pueblos del sur.




Cuando estaba sin sueño recordaba en mi lecho aquellas imágenes y acababa soñando con ellas, completamente disparatadas. Me sentía solo y no entendía por qué no había tenido hermanos, o hermanas. Al preguntar sobre ello, notaba cierto rubor en mi madre e inquietud en mi padre. Asumía cierta adustez al decir: “hijo, no nos fue fácil ser padres, y al tenerte a ti, tu madre estuvo muy enferma, quizá por ello no quisimos arriesgar su vida. Discúlpanos. Además no te preocupes, los hijos únicos como nosotros somos más mimados, y además no compartimos con nadie” Eso era lo que menos me gustaba oír de aquella recurrente y tierna cantaleta. Nada me hubiera...

miércoles, 27 de abril de 2016

EL HOMBRE QUE NO BESABA A LAS MUJERES P1,2,3

El hombre que no  besaba  a las mujeres





El ruido de un beso no es tan fuerte    como el de un cañón, pero su eco dura más, mucho más. Ningún amor es más verdadero que aquel que muere no revelado.






Viena, 6 de febrero de 1972


             


PRIMERA PARTE





No puedo mencionaros mi nombre, mi origen y, posiblemente, tampoco mi porvenir. Porque por más que lo haga carecería de veracidad. Todo ha cambiado para mí en tan poco tiempo de una manera inesperada y arrolladora... Al punto que yo, un psiquiatra avezado en su oficio y familiarizado con los más extraños delirios humanos, hoy, mi propia vida me parece el más inverosímil de todos.


 Mis años en los hospitales austriacos –los más intensos en mi vida– se han transformado en estos últimos meses en un universo caótico y pleno de una lógica inquietante. ¿Me estoy volviendo loco? No sería raro en un psiquiatra, pero no es así, simplemente trato de ordenar el caos en el que se halla mi existencia. Es una paradoja, pero ahora que sé todo sobre mi pasado, mis progenitores, todo cuando encajaba perfectamente  en mi vida, ahora  es un laberinto y hoy es cuando menos sé de mi, mucho menos lo que voy a hacer en el futuro. No sé, simplemente no lo sé. Déjenme narrarles cómo llegué hasta este punto.





Hasta mis trece años mi existencia era normal. Vivía por la comuna del Mittelland, en un barrio tranquilo de Berna, llamado Gäbelbach. Tenía unos padres cariñosos, un hogar cómodo y pacífico, amigos en el barrio y me conocían casi todos los vecinos.


Mi padre se llamaba Klaus Hüttler, era notario, y mi madre. Ada Strauss, maestra de un kindergarten. No eran diferentes de la mayoría de familias burguesas suizas: besos de bienvenida o despedida, abrazos y regalos en los cumpleaños o luego de alguna tonta actuación escolar en el colegio. Estaba acostumbrado a pedir poco, pues mis padres parecían adelantarse a mis deseos.


Solían mimarme, pero en realidad ahora que los evalúo desde otra perspectiva, me

viernes, 22 de abril de 2016

EL AUGE DE LA LITERATURA EROTICA

El éxito de ventas que supuso 50 sombras de Grey descubrió un interés, que parecía que no había existido anteriormente, por parte de las mujeres en consumir literatura erótica.
Sin entrar a analizar la calidad o no de la obra de James, sí que se produjo un debate, no solo en España, del interés que había suscitado una temática, no solo  sexual, sino políticamente no convencional como era el mundo de sado-masoquismo.

Pero, ¿realmente ese interés de la mujer por leer relatos sexuales era nuevo? ¿Grey y su dinero habían conseguido despertar la líbido dormida de millones de mujeres en todo el planeta?
Las novelas de Danielle Steel, bajo el manto del amor romántico y con portadas cargadas de barroquismo, contenían escenas que provocaban los sofocos de las lectoras. La trilogía de la Bella Durmiente de Anne Rice, que, por cierto, publicó bajo sinónimo, es una historia de BDSM depravada escrita en los 80, donde la ficción sobrepasa  a mayores los límites de la práctica sexual presentando violaciones o maltratos.
Si echamos la vista atrás, muchos son los clásicos, desde "Justine" del Marqués de Sade a "Las Edades de Lulú" de Almudena Grandes pasando por la historia de "Emmanuel", quizá eclipsada por la versión cinematográfica.
Cuando apareció la colección de Tusquets "La sonrisa vertical", donde ser recopilaban obras de autores de todo el mundo y diferentes épocas, la editorial, en su declaración de intenciones, mencionaba que "el género erótico no siempre gozaba de la atención que merece", incluso su precursor, el cineasta Luis G. Berlanga apuntaba que "el escribir sobre lo biológicamente apetecible es algo inmanente a todos los tiempo, a todas las geografías, a todos los hombres".
La colección aglutinó autores antológicos como Henry Miller, Margueritte Durás o George Bataille, Vargas Llosa, con su Elogio a la Madrastra, o Cela, pero también se impulsaron, mediante premios, títulos que son un referente como "Llámalo deseo", "La esclava instruida" o "La educación sentimental de la señorita Sonia".
Muchos son los títulos destacables pero, no hay que olvidar, que  la concesión del Premio se canceló, entre otras razones, por la falta de calidad de las obras presentadas, pero… la calidad no siempre va de la mano de la demanda del público.
Actualmente, se aprecia lo que se ha denominado un boom de literatura de mujeres para mujeres y así, en el panorama actual, las encargadas de erotizar viajes en transporte público, vacaciones y tardes de mantita y sofá son nombres como Megan Maxwell, Lora Leigh, Sophie Morgan o españolas como Noelia Amarillo o Pilar Cabrero con obras que van desde el romanticismo erótico o el erotismo romántico hasta rozar el porno.
Lo que sí que es cierto, con cifras en la mano, es que en España 19 de cada 100 lectores leen literatura romántica adulta y, de estos, 3 son hombres y 16 mujeres, cifras que fueron hechas públicas en el IV Encuentro de Novela Romántica Adulta, celebrado el pasado febrero y es que, con toda rotundidad, se puede afirmar que leer RA es tendencia y las editoriales lo saben.

lunes, 24 de noviembre de 2014

La revista neoyorquina Paper publicó una serie de fotos de Kim Kardashian desnuda la semana pasada supuestamente con el objetivo de hacer colapsar a la red global. Pero todos estos días después, sigue funcionando. Por supuesto que ni la revista ni la celebridad estaban hablando en serio, pero nos dejaron pensando: ¿es posible destruir internet? Sería difícil. Internet está compuesta de muchas redes que permiten que la información viaje de una computadora a la otra. Para eso, la información se divide en paquetes de datos y luego va pasando entre máquinas en todo el mundo, tan rápido que parece sólo un instante. Los enrutadores o routers, como el que quizás tienes en la sala de tu casa, ayudan a dirigir esos datos desde tu computador a un servidor de web, que almacena la información y ayuda a enviártela de vuelta. Kim Kardashian de espaldas